top of page

¿Cómo lo hacemos en Chile?



En Chile las enfermedades del ánimo son parte del plan garantizado de salud GES, tanto “depresión” como “trastorno bipolar”. Dado que se utiliza la nosología actualmente imperante, se consideran como dos condiciones distintas y existe una guía clínica para cada una de ellas.

Si revisamos el algoritmo central de la guía de depresión, observamos que una vez realizado el diagnóstico de depresión, se requiere que se evalúe si es “bipolar, con alto riesgo suicida o refractaria” y posteriormente se clasifica de acuerdo a su intensidad. Es decir, la característica “bipolar” se menciona como si fuese un subtipo o una presentación complicada, haciendo más énfasis en la intensidad de los síntomas depresivos (leve, moderado grave).

Si revisamos la guía de trastorno bipolar, las recomendaciones incluyen evaluar en cada episodio depresivo si corresponde a un trastorno bipolar. El problema con este planteamiento es que diagnosticar trastorno bipolar implica la detección de un episodio de exaltación en la historia clínica, lo que implica tiempo y entrenamiento clínico, es decir una evaluación psiquiátrica.

Llegado a este punto tenemos que hacer una pausa de realidad: no es posible que todas personas con depresión sean evaluadas por siquiatra, sin embargo los pacientes con trastornos bipolar debiesen ser evaluados por equipos de salud mental

¿Qué hacer entonces ? A grosso modo (lo revisaremos con más detalle en otra columna), no es posible diferenciar una depresión bipolar de una no bipolar solo por las características del episodio; tampoco es recomendable utilizar escalas de tamizaje en atención primaria ya que el valor predictivo es muy bajo. Por lo tanto, lo que se recomienda en las guías clínicas es incrementar la probabilidad de diagnóstico a través de indicadores de riesgo, para optimizar la derivación. Esto no constituye diagnóstico pero permite tener una derivación eficiente a la atención especializada. Existen varios elementos con confieren mayor riesgo a una depresión, pero los tres más utilizados son primer episodio depresivo antes de los 25 años, más de tres episodios de depresión a lo largo de la vida y antecedentes de trastorno bipolar en familiares de primer grado.



bottom of page